Reales, sí, pero algo nos dice que estos seres no son totalmente humanos. Se aprecia en ellos una especie de desconexión, como si de robots se tratara, y sin embargo sus sujetos son reales y humanos, pero hasta cierto punto. Su cara y su cuerpo son reconstrucciones hechas con ordenador de fotografías de hombres y mujeres reales que la artista conoce. En cada uno de sus retratos utiliza más de cuarenta fotos diferentes. Con sus inquietantes (re)creaciones consigue bordear hábilmente la línea entre la atracción y la repulsión.
21/11/08
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